EN EL BEISBOL, LOS COLORES MANDAN

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RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

15 de Marzo de 2024- Hace rato que nos late citar a los que llamamos “periodistas Carolina Herrera” refiriéndonos a aquellos que son harto reiterativos en calificar a los uniformes de los beisbolistas, a prestar cerrada atención a los modelos y colores que se portan y hasta caracterizar este deporte por lo llamativos o no que sean los uniformes. Cada quien sus gustos y pasiones pero esto de las franelas no nos produce ni pasiones ni emociones.

 

Al menos, hay que reconocerlo, los colegas “CH” no muestran influencia alguna de los cronistas taurinos quienes, creemos, que por aquello de embellecer el lenguaje, usan como datos de memoria el color de los ternos que portaban los toreros en las fechas en que participaron en alguna corrida especial o memorable. Y en su “paleta” de colores aparecen el bermellón, el pistache, el gris perla, el nácar y cuantas combinaciones más pueden registrarse dándole vuelta al arcoíris.

 

Cierto es que resulta siempre interesante el tema de cómo han evolucionado los uniformes beisboleros, hablar de lo “tradicional” como lo es el caso de los Yankees de Nueva York o de cómo el asunto se descompuso con aquellos Atléticos de Oakland de los años Setenta, que fueron una especie de revolución con aquella franela color amarilla “friégame los ojos” que agradó a su entonces dueño, Charles O´Finley.

 

Desde entonces, se supone que los uniformes han evolucionado al ritmo (queremos creer) del béisbol mismo.

 

EMPRESAS- Ahora, todos los años las empresas que se dedican a confeccionar uniformes buscan novedades, que no mejoras. Intentan convencer a los clubes con nuevos diseños y así es como, por ejemplo, se llegaron a poner de moda los uniformes camuflageados, los que usan jersey color negro y para evocar celebraciones especiales, como el rosa para acompañar la conmemoración del día internacional contra el cáncer de mama.

 

Se puede y se vale estar de acuerdo con estas tendencias pero nosotros nos quedamos con la idea de que aquí lo que importan son los colores originales, aquellos con los que nació y se identifica cada club. Nos imaginamos la reacción del fanático de Hermosillo si por ejemplo, los Naranjeros trocaran a un morado “eléctrico”.

 

Entendemos también que ya la ropa deportiva es parte central de la marcadotecnia de cada club, que se elabora pensando no solamente en lo que usará el equipo sino en lo que pueda venderse al público y en consecuencia, generar ingresos extras.

 

Sí, en el béisbol los colores mandan, no es que impongan tendencia.

 

RUMORES- Se dice y se cuenta, citando al clásico, de que los Tomateros de Culiacán estarían dando por terminado el contrato de Alfredo Amézaga como su manager y en su lugar estarían optando por Oscar Robles. Esto parte de versiones periodísticas y sin que el club diga nada al respecto.

 

En caso de confirmarse la especie se estarían reiterando la visión de que los directivos mexicanos siguen pecando de reactivos, de no creer en proyectos que rebasen el año de vigencia y solo sirve un manager que resulte campeón.

 

Amézaga podrá ser un manager, digamos, novato, pero que ya está fogueado como coach en las Grandes Ligas. En la pasada temporada de la LMP hizo más de lo que se esperaba con un roster que despedía aromas a medianía. Trabajó con lo que le dieron y cumplió.

 

Pero esa parece ser la historia de siempre y la que señala los tiempos del béisbol mexicano. En el invierno mexicano apareció ya el carrusel que hace girar casi a los mismos para colocarlos en sitios diferentes.

 

Los managers mexicanos en el “juego de las sillas”.

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