AGREDIENDO A UN ANOTADOR OFICIAL

ANOTADOR

RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

29 de Mayo de 2023- A manera de cita histórica, citaremos un pasaje sucedido hace muchos años, en 1941 para ser precisos, que se nos refirió por la vía familiar. Juego vespertino de la LMB entre el, visitante Tampico en contra de los locales Azules de Veracruz que en ese entonces jugaban en el parque Delta del entonces Distrito Federal hoy ciudad de México.

 

En ese entonces, a falta de pizarras electrónicas como las de hoy en día, los anotadores oficiales contaban con una especia de pancartas de madera que levantaban para que el público fuera enterada de qué era lo que se marcaba. Así, se hacía saber si era “hit”, “error”, “balk””, “pasbol”, wild”, etc.

 

En el juego en mención, bateando los Azules, Luis Montes de Oca sacó un rodado por el short el cual tomó Santos Amaro cuyo tiro a la inicial no pudo ser atrapado por el inicialista Angel Castro. El anotador en turno, Fernando Manuel Campos “Fray Kempis”, alzó el cartoncillo que distó como error la jugada.

 

Sentado a unos cuantos palcos de donde estaba instalado Campos, se ubicaba Jorge Pasquel, amo y señor de la liga quien a la postre se presentaba como dueño de los Azules. Salió de su palco y se apersonó detrás del anotador. Entonces se le oyó decir “me parece que eso fue un hit limpio, ¿no, fraile?”. Apagando su puro rápidamente, el anotador quiso en primer instancia defender su marcación pero entones Pasquel remarcó “entonces hit se queda”.

 

Enseguida, Fray Kempis supo qué hacer: levantó nuevamente el cartoncillo y le hizo saber al público que el batazo quedaba como hit. Así lo había sentenciado Pasquel.

 

REACCIÓN- El pasado jueves se dio un evento tan “raro” como desafortunado”. Séptima entradas, machucón salido del bat del norteamericano Cade Gotta que sale al lanzador, su tiro a la inicial luce malo, el primera base no hace el fildeo y la jugada es marcada como error. Se subraya: una jugada muy “brava” que bien se pudo haber marcado como hit.

 

Pero el caso es que al final del encuentro. El pelotero subió al palco del anotador a reclamarle de forma tal que llegó a asestarle uno que otro puñetazo. Para la LMB, asunto que ameritó una suspensión de tres juegos y multa por 62 mil pesos. Para el club, no ameritó ni un guiño. Total, como el anotador es de casa.

 

El tema de fondo es cómo en que aún la liga mantiene el esquema de que los anotadores oficiales dependan y sean pagados por cada club, que se les llegue a considerar como parte del staff de los clubes y así que tiendan hacia la parcialidad.

 

Tanta imparcialidad se les debe pedir a los umpires como a los anotadores oficiales y bajo esa premisa, los dos debieran responder solamente ante la liga, recibir su pago por parte del circuito y no ser entregados a los brazos de cada club. Es tanta la desviación sobre esto que ha habido casos en que los anotadores asisten a los juegos vistiendo los jerseys del equipo de casa y algunos que al final de temporada, esperan un anillo de campeones.

 

BUFANDISMO- El caso de Gotta nos revela una situación que deviene desde hace muchos años y que en la LMB no se ha querido resolver. No es como en la Mexicana del Pacífico en donde desde 2010, los anotadores dependen de la liga, existe un coordinador del área y persisten protocolos para buscar el mejoramiento de condiciones de trabajo y su mejoramiento profesional.

 

¿Por qué la agresión? ¿El pelotero buscando el hit que lo haga ver bien ante el aficionado? ¿Buscando un bono ante los dueños? ¿Aplicando aquello de “hay que cuidar al pelotero de casa”?

 

Nadie más responsable que estas cosas pasen más que los propios clubes, que siguen atados a la vieja consigna de que los anotadores “son mios” y que por lo tanto, sus marcaciones deben ir con el color del equipo de casa. Hacerlos “bufandistas”, pues.

 

Urge que la liga Mexicana atienda esto a la voz de “ya”, que le de un necesario giro que evite no solamente reclamos sino como en este caso, agresiones. Y de paso, la aplicación de medidas que lucen como de mera liga “caguamera”.

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